El Diario Vasco, en su edición de ayer 31 de mayo, ha publicado un artículo de Estanislao Fernández Narbaiza, miembro de la Comisión de Patrimonio del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco Navarro de la Delegación de Guipúzcoa y arquitecto colaborador del Docomomo Ibérico, organización internacional creada en 1990 cuyo fin es inventariar, divulgar y proteger el Patrimonio Arquitectónico del Movimiento Moderno.
El artículo viene a sumarse a las muchas voces que desde hace años están pidiendo la conservación y recuperación del pabellón de oficinas de Luzuriaga (1943-1947), construcción localizada en el barrio de Molinao (San Sebastián-Guipúzcoa), para rescatar la obra y la figura de mi padre, Ricardo Olaran Añíbarro (1912-1982), doctor arquitecto, doctor ingeniero industrial y, entre otros relevantes cargos, decano-presidente del Colegio de Arquitectos Vasco-Navarro (1959-1963), cuya obra ha sido fundamental en el desarrollo industrial del País Vasco desde mediados del siglo XX.
Ricardo Olaran Añíbarro fue representante del estilo racionalista en el País Vasco, estilo arquitectónico surgido tras la I Guerra Mundial, cuyas principales figuras fueron Le Corbusier, Frank Lloyd Wright y Mies van der Rohe. Los arquitectos racionalistas buscaban lo esencial, lo práctico y funcional en sus obras, dejando de lado la saturación a la que se había llegado en los edificios. Las formas predominantes que estos arquitectos defendían eran las geométricas simples, con carácter ortogonal, con una concepción dinámica del espacio arquitectónico y el uso de nuevos materiales como el acero, el hormigón o el vidrio. Ricardo Olaran Añíbarro fue un autor prolífico y en sus obras aplicaba conjuntamente sus vastos e innovadores conocimientos de arquitectura y de ingeniería, dotándolas de un sello especial que se traducía en funcionalidad, armonía y búsqueda de la belleza y el equilibrio.
La liquidación de la empresa Luzuriaga en Pasajes Ancho se produjo en junio de 1990. Hoy, este pabellón de estilo racionalista es el único que queda en pie de la factoría pasaitarra, aunque en condiciones ruinosas. VISESA, la sociedad promotora pública del Gobierno Vasco, realizó un muro de piedra contra la fachada del pabellón de las oficinas cerrando sus accesos, a pesar de que el proyecto contemplaba un pasillo que dejaba intacta la planta del edificio, principalmente para futuras infraestructuras.
La Asociación Antxotarrok Historia Mintegia, organización sin ánimo de lucro que ha luchado por recuperar y difundir la historia de Pasajes Ancho, ha tratado desde entonces de que no se lleve a cabo la planificada demolición del edificio, considerado, como lo ha calificado el INGEBA (Instituto Geográfico Vasco "Andrés de Urdaneta") como el mejor edificio de carácter industrial existente en San Sebastián. Desde 2007 se han llevado a cabo, para ello, diversas gestiones encaminadas a destacar la importancia del edificio como "memoria histórica, valor estético y sede de futuras infraestructuras". A esta institución se ha sumado la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública (AVPIOP), consultora del Gobierno Vasco, que ha procedido a la catalogación de las obras de la Comunidad Autónoma Vasca posteriores a 1936.
El edificio, que consta de tres plantas y un cuerpo central sostenido por seis pilastras con tratamiento clásico en sus capiteles y dos laterales rematados en curva, al estilo modernista, ha sido calificada como "una obra de autor, única en su género" y de "nave industrial atípica". Hasta hoy no se ha encontrado una solución para destinar el pabellón a un uso social, como pide el pueblo de Pasajes Ancho. Además de las instituciones anteriormente mencionadas, muchas otras organizaciones y particulares han ido uniéndose a lo largo de los años a las iniciativas para evitar su demolición.