16 de mayo de 2020

Contra la politización de la Cultura

"Los cambios culturales que se producen a nivel social, se tienen que producir de manera democrática". Son palabras del vice-presidente segundo del gobierno de España y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030, Pablo Iglesias, expresadas esta semana en la Comisión de Derechos Sociales del Senado en relación a su rechazo a la protección de la Tauromaquia como una práctica cultural. Sus palabras son una muestra más de la politización de la Cultura que se está produciendo en España por parte del actual gobierno de coalición presidido por Pedro Sánchez, hasta el punto de pretender marcar los gustos culturales de los españoles según sean los resultados de la votación popular. 

Considero un despropósito la línea que pretende seguir este gobierno y que expresa Pablo Iglesias, porque los cambios culturales que se producen a nivel nacional no se tienen que producir de manera democrática como él asegura, es decir, por decisión de la mayoría de los votantes a través de un referendum, sino de modo libre y natural marcado por el paso del tiempo.  Esto debe aplicarse tanto a la Tauromaquia como a cualquier otro uso y costumbre cultural, porque los que se autocalifican como "progresistas" no deben imponer sus gustos sobre los gustos de los demás al considerarlos como mejores ya que se trataría de sectarismo.

"A mi no me gustan [los toros] y a mí me incomoda enormemente que se le indique [a la Tauromaquia] como una práctica cultural a proteger", dice Pablo Iglesias. Pero es que los gustos culturales de los españoles no pueden ser dirigidos por la clase política sino que deben ser una expresión de la libertad de elección a la que tienen derecho los habitantes de un país y que el actual gobierno español quiere negar. No todas las manifestaciones culturales han gustado ni gustan a la mayoría de españoles, pero eso no las hace menos merecedoras de respeto por parte del resto de la población. Esto último lo aplica bien el gobierno actual de España, al estar subvencionando otras actividades culturales que son del gusto de una reducida parte de los españoles y de las que se benefician muy pocos.

Los gobiernos no deben imponer sus gustos culturales a la población ni marcar la senda por la que deben ir las manifestaciones culturales de un país, privando de elegir libremente a quienes tengan otras preferencias porque eso significaría la ideologización de la cultura, que es una de las características de los gobiernos totalitarios y que solamente lleva al empobrecimiento cultural, económico y social. La Tauromaquia debe ser protegida, no solamente por su alto valor histórico, cultural y patrimonial sino por su alto interés como actividad económica de la que depende una importante parte de la población española y que debe ser especialmente cuidada en el actual momento tan crítico por el que está pasando nuestro país debido a causas epidemiológicas.
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