17 de marzo de 2017

Sobre la Historia Oral

El País Semanal correspondiente al 12 de marzo de 2017, publica dos interesantes artículos en relación a los fallos de la memoria que pueden llegar a tener serias consecuencias en el campo judicial. El primero se titula "Las mentiras de la memoria" escrito por Mónica Ceberio Belaza quien incide en que las reconstrucciones mentales del pasado no son fiables ya que como ha demostrado la psicología y la práctica judicial, la memoria es frágil, puede recordar hechos que nunca sucedieron y cambiar otros, mezclando fácilmente realidad y ficción al querer rememorar el pasado. 

Un segundo artículo escrito por Pablo Ximénez de Sandoval sigue la misma línea, exponiendo los estudios de la psicóloga Elizabeth Loftus quien desde hace varias décadas estudia la fiabilidad de los recuerdos y asegura que los mismos pueden alterarse y que aquellos individuos de quienes se considera que tienen una gran memoria autobiográfica son tan vulnerables como los demás a la distorsión de la memoria.

Todo ello debe hacernos reflexionar sobre el exagerado papel que creo que se viene dando desde las últimas décadas a la Historia Oral como reconstrucción de la Historia reciente. Ya en el año 2013 escribí en este mismo blog un artículo que titulé "Cuidado con la memoria" donde señalaba la proliferación de trabajos de tipo histórico que durante los últimos años han utilizado los recuerdos de testigos de una época como fuente de reconstrucción de los hechos ocurridos y el desarrollo de numerosas investigaciones y obras publicadas que han utilizado la memoria como única fuente, otorgándole un excesivo valor y un alto grado de fiabilidad. Igualmente hay que señalar la importancia que se le está dando a esta asignatura enfocada a la historia reciente dentro de los planes de estudios y la continua creación de Archivos de Historia Oral que guardan testimonios de quienes han vivido determinados sucesos en el último siglo.

La dificultad de acceso que impone la ley a los documentos de numerosos archivos y centros de documentación para conformar la historia de las últimas décadas ha sido, a mi modo de ver, la causa de que muchos investigadores hayan tendido a equiparar las fuentes escritas históricas y los testimonios orales de los protagonistas de una época. Mi experiencia en la utilización de testimonios autobiográficos orales ha sido casi siempre negativa ya que con el tiempo he podido comprobar que sus recuerdos no eran fiables, había desviaciones en su memoria y no se ajustaban a lo que realmente ocurrió. Tampoco los documentos escritos creados a lo largo de la historia son totalmente fiables ya que han podido formarse con datos falsos o inexactos o ser manipulados posteriormente pero su grado de fiabilidad y la posibilidad que existe, en gran parte de los casos, de contrastar la información que contienen con otros documentos es mayor que en el caso de los testimonios orales para la realización de autobiografías y como fuente de la historia reciente.

Si bien las fuentes orales han existido siempre, frases tan frecuentes en nuestro día a día como: "si la memoria no me engaña..." o "si no me falla la memoria..." demuestran la fragilidad de la memoria como fuente histórica y la prudencia que los historiadores debemos tener en su utilización para la reconstrucción del pasado.