Busto de don Blas de Lezo y Olabarrieta en la fachada de la Diputación Foral de Guipúzcoa.
Fotografía de Ana María Whiteside.
Es indiscutible que Internet ha
supuesto un gran avance para la investigación histórica y para la divulgación
de las obras de los historiadores, contribuyendo a su reconocimiento.
Pero es cierto, también, que la
exposición de nuestro trabajo en Internet sirve en gran cantidad de casos para
que pseudohistoriadores y personajes oscuros se aprovechen de los contenidos
que encuentran en nuestros trabajos de investigación para alimentar sus
mediocres blogs y redes sociales, sin citarnos como autores y atribuyéndose
como propia la información que han encontrado y que tantas horas de
investigación nos ha costado.
Por un lado, a los historiadores se
nos acusa muchas veces de elitistas, de situarnos en un nivel inaccesible a los demás, bien publicando nuestras obras en
círculos académicos restringidos o compartiendo nuestros conocimientos de forma
muy limitada. No me parece que les falta razón a quienes así opinan. Pero
nuestras circunstancias, acaban llevándonos casi siempre a hacerlo de ese modo.
Nuestras obras no suelen ser
comerciales, por lo que son pocas las editoriales que están dispuestas a
arriesgar en su publicación de la que probablemente, no llegarán a cubrir ni
los gastos, ya que en España, a diferencia de otros países europeos, es difícil
que el ciudadano de nivel medio gaste en comprar cultura y obras
especializadas.
Por otro lado, quienes se quejan
de no tener acceso a las publicaciones, no suelen tener en cuenta que los
autores solemos entregar determinado
número de publicaciones en algunas bibliotecas y que ellos siempre podrán tener
acceso a esas obras dirigiéndose a esas instituciones. Pero estas personas que
a menudo se quejan, suelen, sin embargo ser personas que prefieren gastar su
tiempo y dinero en otros bienes mucho antes que en cultura y conocimiento.
El problema es que en nuestro
país impera la mentalidad del gratis total y muchos piensan que el trabajo de
investigación de los demás también se debe encontrar gratis y mucho mejor si es
en Internet, ya que ahí es fácil copiar párrafos y pegarlos en su blog y
hacer un refrito de un tema del que no se sabe nada y quedar delante de sus amistades como personas de gran cultura.
Hace algunos años puse en Internet, a disposición de cualquier interesado, mi primer trabajo de investigación sobre la genealogía e historia familiar de don Blas de
Lezo y Olabarrieta, que presenté a un congreso iberoamericano de genealogía y heráldica en la
República Dominicana en el año 2009, con el único interés de divulgar la vida
familiar de don Blas. Durante mucho tiempo, las
informaciones en él contenidas han sido copiadas por otros historiadores,
periodistas, autores de novela histórica y cualquiera que ha querido aprovechar
el tirón que ha tenido la figura de don Blas a lo largo de estos años, para
tener su minuto de gloria. Son pocos los que han citado el origen de las
informaciones que utilizaban y que tantas horas de investigación me han
costado. Pero son muchos los que se han beneficiado de ellas.
Acabé por eliminar mi trabajo de
Internet y me ha llovido desde entonces una larga cantidad de peticiones para
que lo volviera a poner a disposición de quien quisiera leerlo, solicitud a la
que me he negado. A día de hoy, solo puedo decir que quien quiera leer mis
trabajos sobre don Blas de Lezo y su familia se dirija a alguna de las
Instituciones que los tienen disponibles a medida que los voy publicando.
Desde hace algunos meses, comencé a sentir cierto
alivio al notar que la moda de Blas de Lezo estaba pasando y que iba dejando
lugar a otras figuras como Bernardo de Gálvez. Eso me permitía seguir
investigando con más tranquilidad sobre este entrañable personaje y su
distinguida familia. Sin embargo, desgraciadamente no me ha durado mucho la
tranquilidad ya que el nombre de Blas de Lezo ha vuelto a ser puesto en boca de
todos por un chabacano incidente que ha querido enfrentarnos, una vez más, a
una nación culta como Inglaterra y que como española me avergüenza.
Sin entrar
en detalle en lo que ha consistido dicho incidente y con el fin de no dar
publicidad a los que lo han protagonizado, puede echarse un vistazo a las
últimas noticias sobre don Blas de Lezo y Olabarrieta que han sido divulgadas
por los medios de comunicación. Porque eso sí, esas son las noticias que se
divulgan en los medios y no los trabajos serios sobre la vida y la familia de don Blas de Lezo.
Y sigo diciendo, como ya dije en
un post anterior, que don Blas estará asistiendo atónito, desde la fachada de
la Diputación Foral de Guipúzcoa, donde se sitúa su busto desde fines del
siglo XIX, a este circo que se ha montado en su nombre.