El arquitecto, académico y erudito catalán Luis Domenech y Montaner (1849-1923) ha sido una de las figuras más destacadas de la segunda mitad del siglo XIX y primer cuarto del siglo XX. Fue catedrático y director de la Escuela de Arquitectura de Barcelona y autor de algunos de los más emblemáticos edificios modernistas, construidos principalmente en Barcelona, en los que destaca su rica ornamentación y, entre ellos, el Palau de la Música Catalana y el Hospital Santa Creu i Sant Pau, que fueron inscritos en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO el 7 de diciembre de 1997. Fue, además, un gran dibujante, ejerció como encuadernador en la empresa de su padre -Pedro Domenech y Saló- tras su muerte en 1873, para ayudar en el trabajo de la empresa familiar y también trabajó como editor. Igualmente fue un gran estudioso de la historia, la arqueología y la heráldica, aficiones que le acompañaron desde su infancia.

Luis Domenech y Montaner militó activamente en política hasta 1904, siendo uno de los principales representantes del catalanismo y tuvo el cargo de diputado en las Cortes de Madrid en las legislaturas de 1901-1903 y 1903-1905. Desengañado de la política, regresó a su vida profesional y a la universidad, donde fue docente y director de la Escuela de Arquitectura de Barcelona hasta su jubilación en septiembre de 1920 y continuó estando presente en la vida cultural y social de Cataluña hasta su fallecimiento.
Su pensamiento catalanista quedó reflejado, entre muchos otros escritos, en el titulado: "La cuestión catalana", publicado en la revista madrileña La Lectura. Revista de ciencias y de artes (año II, vol. I. Madrid. Imprenta de la viuda e hijos de M. Tello, pp. 33-57). Este número de la revista estuvo dedicado en su primera parte a temas catalanistas, con aportaciones de Francisco Silvela y de la Vielleuze, Bartolomé Robert y Yarzábal, Gumersindo de Azcárate y Menéndez, José Pella y Forgas, José Sánchez Guerra y Juan Maragall Gorina, además de la colaboración de otros autores en artículos sobre otros temas. En el artículo Luis Domenech y Montaner defendía su postura contra el centralismo imperante en España y realizó una serie de declaraciones que nos ayudan a conocer la base de su pensamiento político:
"Dícese que para Cataluña la aplicación del regionalismo sería el preliminar de la separación. Si los que tal dicen lo creen, se equivocan. Cataluña desea su autonomía para darse a sí misma una cultura superior, para aprovechar y fomentar sus fuerzas naturales, hoy en gran parte inactivas; para dar expansión por todo su territorio y por los de los pueblos de su raza, a las energías y actividad que hoy tiene concentradas en pocas y grandes poblaciones; aspira a poseer medios de llevar por sí misma su industria y su comercio a los mercados universales, a hacerse próspera y fuerte, y no desea poseer todo esto para aislarse". Y continuaba: "Cataluña autónoma no emplearía la energía recobrada para romper uniones que tan convenientes serían para su fuerza política y para sus intereses materiales. Es seguro que trataría de emplear el vigor adquirido en influir o imponer, en determinados casos, su criterio en la marcha del Estado español, impulsándole a que recobrara en los negocios internacionales, y especialmente en el Mediterráneo, que vuelva a ser nudo de relación de todos los continentes, la influencia que trajo Cataluña al acervo común y que España ha perdido. Ambición extremada acaso, pero siempre benéfica en resultados".
La reacción a la publicación de este artículo de corte catalanista no se hizo esperar. El periódico conservador La Época, calificándolo de radical, señaló: "El artículo de D. Luis Domenech y Montaner, titulado La cuestión catalana, es de lo más grave que se ha escrito acerca del catalanismo, e interesante en extremo. Empieza sosteniendo que en la mente
de los catalanes el concepto del Estado ha tenido
siempre caracteres especiales. La Monarquía catalano-aragonesa es dual: ambos Estados conservan
su autonomía, y las conquistas, en vez de producir meras agregaciones de territorios, crean nuevos reinos autónomos, con instituciones propias, como los de Mallorca y Valencia. Dual o binaria es también la Monarquía de los Reyes Católicos, y este sistema sigue hasta Felipe V.
El sentimiento patriótico es muy vivo entre los
catalanes, pero se manifiesta en el amor a Cataluña.
Es un sentimiento innato que no responde a teorías
de patrias chicas ni grandes, y una fuerza indudable.
España ha estado gobernada por castellanos y al
modo castellano; los catalanes, apenas han tenido
participación en su gobierno. Hoy el Estado central
es impotente para defenderse contra el extranjero y
para regenerarse. La satisfacción de las aspiraciones de Cataluña implica un sistema de diferenciación en la Constitución del Estado. Ante todo, quiere conservar su personalidad y su lengua.
Impugnando la teoría de que los Estados modernos tienden a la unidad, dice el Sr. Domenech que
así como los viejos no pasan de viejos, no pasan los
Estados del unitarismo, y cuando llegan a cierto
punto de él, comienza el enfriamiento y el desprendimiento de las extremidades, como ocurrió en los
Imperios romano y godo.
Cree que los Estados autónomos tienen más resistencia para defender su territorio. Los catalanes,
cuando dejen de serlo, no serán nada, según la frase
de Mané y Flaquer. Vea España -dice- si le conviene que guarden su frontera pueblos sin carácter".
Y continúa criticando el artículo de Domenech de esta forma: "La influencia del desastre colonial es, por otra parte,
abrumadora; los que han visto en el puerto de Barcelona la repatriación y el hierro viejo que quedaba de la escuadra, no pueden creer en los milagros de la unidad y de la centralización. Acusa [Luis Domenech y Montaner] a los Gobiernos centrales de haber permitido que se extendiera el anarquismo, primero para
destruir a los republicanos, ahora para combatir a los catalanistas, y recuerda que ya los Monarcas de
la dinastía castellana se valieron, con análogos
fines, de los payeses de remensa, resto de los siervos
rústicos feudales, creando innumerables desórdenes. En cuanto al efecto de la violencia para combatir
al catalanismo, sería momentáneo. Al hablar de
este punto escribe las más graves frases de su artículo, diciendo que en el mapa de distribución de las razas del Hand-Atlas de Justus Perthes, Cataluña
aparece con el color azulado de Francia y el rótulo franzosen; que los franceses estudian con apasionado interés las cuestiones históricas relativas á
Cataluña, y que, uniendo esto con las filosofías de
Salisbury sobre la muerte de las Naciones decadentes, y las de los alemanes sobre compensaciones y
orígenes de razas, "bien podría seguir la política europea sendas tan científicamente abiertas". Sostiene que el regionalismo es la solución de concordia en que debe insistir Cataluña, para salvación
de todos. Este regionalismo no sería el preliminar
de la separación, sino que, al contrario, Cataluña
querría influir y hasta imponer en algunos casos su
criterio en la marcha del Estado español.
El peligro está en que continúe agonizando el
centralismo, pues no hay tiempo que perder. Asusta el estado de espíritu de las nuevas generaciones,
y hay que resolver el problema antes de que lleguen a la vida pública, pues no se pueden abrigar esperanzas de regeneraciones centralistas". (La Época, 25/01/1902, p. 1).
El reputado arquitecto Luis Domenech y Montaner falleció en Madrid el 28 de diciembre de 1924, desengañado y retirado de la política. Había sido uno de los cuatro primeros catalanistas en el Parlamento y había ocupado la presidencia de la Liga Catalana, de la que más tarde surgió la Liga Regionalista. Al centenario de su muerte, se está tratando de revivir su figura y con esta misión ha sido creada la Fundación Lluís Domènech i Montaner, con el fin de recuperar, estudiar y difundir la vida y la obra de uno de los más relevantes personajes de la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX.
Domenech y Montaner tuvo a lo largo de su vida un gran interés por la heráldica, tanto desde el punto de vista científico como desde el artístico y se sirvió de ella para apoyar sus ideas catalanistas. Estudioso de su representación en diferentes soportes y áreas geográficas fue un gran compilador de emblemas heráldicos y publicó tres grandes obras: el Armorial històric de Catalunya, que fue ganador del Premio Martorell de Arqueología del Ayuntamiento de Barcelona, en 1922; el Nobiliari general català de llinatges, publicado en 1923 y Ensenyes nacionals de Catalunya, obra póstuma publicada en 1936.
Son muchos los archivos y bibliotecas donde se pueden encontrar publicaciones y documentos sobre este autor o que pertenecieron a él, pero entre todos, interesa destacar para el tema heráldico el Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona, ubicado en la Casa de l'Ardiaca, que conserva el fondo personal de Luis Domenech y Montaner referente al estudio del Armorial històric de Catalunya. Desde sus orígenes hasta el siglo XVI (AHCB3-307/5D77) y que reúne documentación relacionada con escudos y linajes, datada entre 1899 y 1902, ofreciendo además un catálogo en línea, desde donde se puede acceder a su obra completa conservada en este archivo.
Dentro de los actos organizados en la celebración de su centenario por la Fundación Lluís Domènech i Montaner, se inauguró el 14 de diciembre del año pasado en este archivo histórico la exposición titulada: "Dibuixant una Nació. L´heràldica en Domènech i Montaner", en la que ha sido expuesto parte de su fondo personal sobre el Armorial Histórico de Cataluña, obra que ha sido definida como una historia gráfica de Cataluña desde los primeros escudos documentados de los condes de Barcelona. La exposición, que en un primer momento iba a llegar hasta el 6 de abril, fue postergada y ha sido clausurada hoy 25 de mayo. Para los interesados en conocer esta importante obra heráldica, los siete volúmenes del armorial están digitalizados y disponibles desde el catálogo en línea del Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona.
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