21 de marzo de 2013

En recuerdo de Blas de Lezo

Esta mañana, leyendo un libro titulado El pan de la emigración del autor J. Sánchez Guerra, publicado por la Compañía Iberoamericana de Publicaciones en 1930 y cuyo prólogo fue realizado por el insigne D. Gregorio Marañón en Toledo, me ha llamado la atención un párrafo (pp. 8-9)  de dicho prólogo que dice así:

"Todos hemos tenido esta sensación de la divergencia inexorable entre la gloria oficial y la auténtica gloria histórica recorriendo las ciudades llenas de estatuas, visitando los panteones y las catedrales cubiertas de lápidas y monumentos de hombres que debieron ser tan famosos cuando los colocaron allí; y que hoy no dicen nada a nuestra emoción, ni aún a través del erudito panegírico del cicerone. Mientras en nuestra memoria resucitan los nombres de los héroes verdaderos, los transidos de humanidad generosa, que transmiten a la posterioridad, como antorchas perennes, el espíritu de su siglo y que con harta frecuencia no se sabe -ni falta que hace- en qué tumba desconocida reposa su polvo mortal."

Inmediatamente se me ha aparecido la imagen de don Blas de Lezo y Olabarrieta, el héroe que salvó al Imperio español de caer en manos de los ingleses en la batalla librada en Cartagena de Indias (Colombia) en 1741. Con ello garantizó varias décadas más de hegemonía española en América luchando con medios muy inferiores a los de sus enemigos.

Pero, ni siquiera conocemos donde yace enterrado. Mientras en las ciudades se ven, como dice D. Gregorio Marañón, monumentos dedicados a personajes que poco o nada nos dicen, ¿dónde están las estatuas y los monumentos dedicados a Blas de Lezo? Debería ser orgullo de guipuzcoanos, y de otros vascos y  españoles así como de las naciones allende los mares, pero no solamente desconocemos donde está enterrado, sino que ni siquiera en  las ciudades más importantes existen monumentos que rememoren aquella batalla y su protagonista.

Sobre la genealogía de don Blas de Lezo y Olabarrieta:

http://www.montejasso.com/ponencia_lezo.pdf