29 de noviembre de 2019

En memoria de Francisco de Goya y Lucientes

El Museo del Prado ha inaugurado recientemente una exposición dedicada al eminente artista Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828), reuniendo cientos de dibujos del pintor-grabador procedentes de colecciones privadas y públicas y, entre ellas, de los propios fondos del Museo del Prado y realizando un recorrido cronológico por la vida y obra de Goya como dibujante. La muestra se celebra con ocasión del bicentenario de la apertura de la pinacoteca al público, ocurrida el 19 de noviembre de 1819, para lo que fueron reunidas para su exposición una serie de pinturas de autores españoles procedentes de la colección real. La exposición del Museo del Prado podrá contemplarse hasta el próximo 16 de febrero de 2020 y toda la información puede leerse en este enlace.

Grabado de la tumba de Goya en Burdeos en la obra de Charles Yriarte
Esta muestra dedicada a Goya en el Museo del Prado debe ser motivo, también, para recordar que hoy, hace exactamente 100 años, el día 29 de noviembre de 1919, a las 12.00 la mañana, se produjo el traslado de los restos de Francisco de Goya desde la sacramental de San Isidro hasta la ermita de San Antonio de la Florida, en Madrid, donde reposan desde entonces. El traslado fue realizado por iniciativa del rey Alfonso XIII, que designó al marqués de la Torrecilla para que le representara en este acto.

Francisco de Goya falleció de una apoplejía en Burdeos el 16 de abril de 1828, a los 85 años de edad, ciudad donde residió los últimos cuatro años de su vida y fue enterrado en el cementerio de la Grande-Chartreuse de la ciudad de Burdeos, en el panteón de la familia Goicoechea. En este lugar reposaron sus restos hasta 1890, cuando la caja conteniendo sus restos se envió desde su tumba a Madrid y fue depositada en el Panteón de Hombres Ilustres de la Sacramental de San Isidro.

El 28 de noviembre de 1919 por la tarde, los restos de Francisco de Goya y Lucientes fueron exhumados en la sacramental. El féretro de plomo fue abierto y en su interior se encontraba una caja de plomo y, dentro de ella, una caja de madera conteniendo sus restos. Esta caja fue abierta y, tras su comprobación, se volvió a cerrar soldándola y depositándola en la capilla de la sacramental. 

Plaqueta de Miguel Blay en el Museo del Prado
Un día después, el 29 de noviembre de 1919 a mediodía, la caja fue trasladada a la ermita de San Antonio de la Florida, depositándola en la escalinata de acceso al altar mayor. Tras rezar un responso fue colocada en una sepultura abierta en el suelo delante del altar y el acta de entrega fue firmada por los presentes y depositada en una caja metálica en la sepultura. 

La sepultura de Francisco de Goya en la ermita de San Antonio de la Florida fue cubierta con una lápida del artista Miguel Blay y Fábrega (1866-1936). No fue esta la única obra dedicada por este escultor catalán a Francisco de Goya. Fue autor, también, de la plaqueta en latón patinada que muestra la figura de perfil del insigne artista aragonés, realizada para conmemorar el primer centenario de la muerte de Goya en 1928 y que forma parte de los fondos del Museo del Prado.

Al igual que el Museo del Prado ha realizado un homenaje a Francisco de Goya con ocasión del bicentenario de la apertura de esta institución al público, creo que el Ayuntamiento de Madrid hubiera debido realizar un pequeño homenaje al pintor teniendo en cuenta el centenario del traslado de sus restos a la ermita de San Antonio de la Florida, que fue uno de los templos más populares en el Madrid del siglo XVIII y donde el artista realizó un imponente conjunto pictórico y fue, también, el lugar donde acabaron reposando sus restos tras más de 80 años de su fallecimiento.